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“Proyectamos la Universidad del futuro, pero en el día a día estamos en los problemas de climatización o las filtraciones de agua” 11 julio 2025

“Proyectamos la Universidad del futuro, pero en el día a día estamos en los problemas de climatización o las filtraciones de agua”

José Manuel Muñoz, vicerrector de Infraestructuras, se marca como uno de sus retos consolidar el diseño de los campus del siglo XXI, con instalaciones más sostenibles, cómodas y accesibles

El primer pensamiento cuando se habla de Infraestructuras en una universidad con más de 20.000 alumnos como la de Cádiz son los grandes proyectos que aparecen frecuentemente en los medios de comunicación y las ideas que terminan cristalizando en edificios inaugurados en actos oficiales con las autoridades de turno. Sin embargo, lo que centra la atención en este vicerrectorado son los retos del día a día, desde la falta de climatización a los problemas de acceso, como explica su máximo responsable, José Manuel Muñoz, en esta entrevista.

¿Cómo se le puede resumir a la comunidad universitaria cuál es la labor del Vicerrectorado de Infraestructuras?

Explicándole que nuestro foco está en atender las urgencias del día a día. A menudo se habla de Infraestructuras en términos de grandes proyectos que acaban en inauguraciones y titulares, pero la realidad en una universidad como la nuestra es otra. Lo que más me preocupa es el estado real de nuestros edificios y las condiciones en las que se desarrolla la actividad diaria. Proyectamos la Universidad del futuro, pero día a día trabajamos en si hay un aula sin climatización o una cubierta que filtra. Ésa es la parte menos visible, pero más crítica de nuestro trabajo. Cuando el rector me propuso sumarme al equipo, le dije que mi foco estaría ahí, en lo que afecta directamente al bienestar de nuestra comunidad universitaria. Por eso suelo decir que trabajamos en una especie de “economía de guerra”, donde hay que priorizar lo que compromete la actividad de forma inmediata frente a lo que, aunque mejorable, puede esperar un poco más.

¿Está el área de Infraestructuras dimensionada para los retos que enfrenta la Universidad de Cádiz?

Sinceramente, creo que no. Y no es una percepción personal, es algo que los años han dejado en evidencia. Es un problema que viene de muchos años atrás: la estructura técnica no está suficientemente dotada para gestionar el volumen de edificios y necesidades que tenemos. Eso se traduce en demoras, en falta de planificación a medio plazo, en actuaciones parciales. Las universidades han cambiado mucho en las últimas décadas, pero nuestras herramientas para gestionar el mantenimiento y la modernización no lo han hecho al mismo ritmo. Nuestro reto es conseguir corregir esta situación.

¿Cómo se afronta la relación con los usuarios que reclaman mejoras?

Con honestidad y disposición. Me llaman profesores, decanos, personal técnico, y entiendo perfectamente sus quejas. En muchos casos, sus demandas son razonables y llevan años esperando solución. Lo que intento siempre es dar explicaciones claras: si no se puede hacer algo, es porque hay otra necesidad más urgente o porque no tenemos los medios. Creo que esa cercanía ayuda a que confíen en que, al menos, hay alguien escuchando y peleando por mejorar. Y cuando por fin se resuelve una de esas demandas, también lo agradecen. Eso sí, el mérito, en estos casos, es del equipo técnico de este Vicerrectorado, que es quien sabe hacer las cosas. Yo me dedico, sobre todo, a tratar de empujar.

Una de las obras más ambiciosas de su Vicerrectorado será el nuevo proyecto previsto para la Facultad de Ciencias de la Educación. ¿En qué consiste?

Es un plan ambicioso que va mucho más allá de rehabilitar el edificio actual. Lo que hemos planteado es una reformulación completa de la parcela en la que se ubica la facultad, en el Campus de Puerto Real. Esa parcela incluye no solo el edificio principal, sino también pistas deportivas y otras construcciones que acogen servicios universitarios. El objetivo es optimizar los usos, reorganizar volúmenes y ganar funcionalidad, pensando ya en un campus adaptado al siglo XXI. El punto de partida ha sido la memoria de necesidades que elaboró la propia Facultad cuando se planteaba el traslado a Valcárcel. Yo mismo participé en su redacción, porque entonces era vicedecano de Ordenación Académica. Esa memoria sigue siendo válida en muchos aspectos, y lo que hemos hecho es intentar encajarla, en una primera fase, en un nuevo edificio de unos 4.000 metros cuadrados que se ubicaría sobre la zona de las pistas deportivas, muy próximo al edificio actual.

¿Cómo se estructura este proyecto?

En tres fases. La primera es la construcción del nuevo edificio, que permitiría trasladar a él parte de los servicios actuales. La segunda contempla levantar otro módulo sobre la actual cafetería. Y en una tercera fase, una vez liberados espacios, podríamos acometer la rehabilitación integral del edificio original. La idea es que todo el proceso se desarrolle sin interrumpir la actividad académica y generando las menores molestias posibles, algo que era muy complicado si interveníamos directamente en el edificio existente desde el principio.

¿Qué plazos manejan para estas actuaciones?

Estamos hablando de un horizonte temporal que nos llevaría a finales de 2028 para la culminación de la primera fase. Ya se ha propuesto al Estudio Carbajal para la realización del estudio de detalle urbanístico. Ese estudio es clave, porque contempla la modificación de la edificabilidad y de la volumetría de la parcela. Una vez aprobado por el Ayuntamiento de Puerto Real, podremos iniciar la redacción del proyecto técnico y, si todo avanza sin retrasos, aspiramos a que las obras del nuevo edificio puedan comenzar a finales del próximo año.

¿Cuenta la UCA ya con la dotación económica para afrontar el proyecto?

La idea es acometer la primera fase con remanentes de tesorería propios, lo que nos da cierta autonomía para iniciar el proceso. Además, el hecho de plantearlo por fases permite ajustar la inversión según los recursos disponibles. Si conseguimos ejecutar esa primera fase en plazo, ya sería un avance muy importante para resolver muchas de las limitaciones actuales. Podríamos haber planteado realizar una gran obra en una sola fase, pero eso nos daría menos margen de corrección.

¿Cómo ha acogido la facultad este nuevo planteamiento, tras años de incertidumbre y con el traslado frustrado a Valcárcel?

Con cierta prudencia, como es lógico, pero también con esperanza. La sensación general es que, por fin, se está proponiendo una solución realista, tangible y con plazos concretos para solucionar problemas que llevan décadas arrastrando. En la Junta de Facultad la propuesta fue bien recibida. Hay una voluntad clara de avanzar, aunque también cierto escepticismo, porque los antecedentes pesan. Pero creo que el hecho de que ya estemos dando pasos firmes ayuda mucho a generar confianza.

¿En qué situación se encuentra actualmente el proyecto de Valcárcel?

Ahora mismo se está trabajando en la rehabilitación estructural del edificio, una actuación que está impulsando la Diputación. Desde la Universidad, lo que hemos hecho es trasladarles una serie de requisitos mínimos que deben contemplar, pensando en su futuro uso universitario. Aunque aún no sabemos con certeza qué tipo de necesidades concretas tendremos, sí tenemos claro que el edificio debe ofrecer condiciones de seguridad, accesibilidad y evacuación acordes al volumen de usuarios que puede llegar a tener. Por ejemplo, les hemos trasladado que no bastan dos núcleos de escaleras para un edificio de esas dimensiones; hacen falta al menos cuatro. También que debe haber ascensores en más de una zona y que las plantas deben estar preparadas para acoger aulas u otros espacios de alta ocupación. Como vicerrector, debo ponerme en el escenario más exigente posible. Todo esto se ha trasladado a Diputación de forma genérica, para que la obra no limite los usos futuros. Una vez el edificio vuelva a estar en manos de la UCA, ya podremos adaptar los espacios en función del proyecto académico que finalmente se defina.

¿El saber que el edificio albergará el grado de Farmacia les permite trabajar con más comodidad?

Se ha hablado públicamente de la posibilidad de implantar el Grado en Farmacia en Valcárcel, pero ésta no es la única opción. El edificio es muy grande y puede albergar varios usos. También se ha contemplado que una parte se destine a eventos científicos o congresuales o a acoger otras titulaciones. Cuando diseñemos el plan de usos tenemos que ser ambiciosos, no podemos permitirnos que se quede obsoleto en pocos años.

No sé si el desbloqueo del proyecto de Valcárcel, para usted como vicerrector de Infraestructuras, es un alivio o un nuevo quebradero de cabeza.

Sinceramente, ni una cosa, ni la otra. Es un proyecto relevante, sin duda, por su valor simbólico, por su ubicación y por la oportunidad que supone para el campus de Cádiz. Pero no es lo que más me preocupa ahora. Hay otras cuestiones que afectan directamente al día a día de la comunidad universitaria y que requieren atención inmediata: sistemas de climatización inoperativos, edificios con instalaciones envejecidas, espacios que no cumplen condiciones de confort. Eso es lo que me quita el sueño. Porque el dinero para ejecutar Valcárcel no lo tengo, pero para la gestión de las pequeñas obras, sí. Y administrarlo es complicado. Te pongo el ejemplo de la climatización. Es un problema muy extendido y que tiene un impacto directo en la vida cotidiana de quienes trabajamos y estudiamos aquí. Hay edificios con sistemas centrales obsoletos, incluso otros que no los han tenido. En mi propia facultad, Ciencias de la Educación, nunca hemos dispuesto de un sistema centralizado, y esa carencia marca mucho la experiencia de profesorado y alumnado.

¿Qué se está haciendo desde el Vicerrectorado para mejorar este problema de climatización?

Hemos elaborado un plan de actuación que incluye tanto intervenciones integrales como medidas paliativas. En algunos casos se han mejorado con equipos individuales, pero eso no es eficiente. Lo ideal es intervenir en las cubiertas, en la envolvente del edificio, en las carpinterías… porque si no, por mucho sistema de climatización que se instale, el rendimiento es mínimo. Ahora mismo, uno de los proyectos con mayor presupuesto que tenemos en marcha es la renovación de las cubiertas de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Algeciras, con cerca de 600.000 euros de inversión. Es una obra muy necesaria y que llevaba parada demasiado tiempo, como sucede con la climatización de la Torre Sur de la Facultad de Ciencias, el aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras o el edificio de Despachos y Seminarios en el Campus de Jerez

¿Hay un plan general para climatización y eficiencia energética en la universidad?

Sí, de hecho, partimos de un plan de medidas de ahorro que se puso en marcha en el contexto del Covid y de la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania. Ese plan estuvo en vigor hasta el año pasado. Ahora, aunque la situación ha mejorado y las medidas se han relajado, queremos mantener una línea de responsabilidad compartida. Hemos redactado una guía con recomendaciones básicas de uso eficiente de los sistemas, y queremos que la comunidad sea consciente del coste energético y del impacto que tiene el consumo excesivo.

¿Cómo se gestiona ese control del consumo?

Estamos trabajando en la sensorización de los edificios, para poder tener datos reales y específicos de consumo. La idea es saber, por ejemplo, si un edificio tiene un gasto eléctrico anormal y a qué se debe exactamente. Para eso debemos determinar cuánto se consume por climatización y cuánto por la actividad docente e investigadora de las instalaciones. Queremos que esa información esté disponible incluso en las pantallas informativas, para que el usuario vea en tiempo real cuál es el consumo del edificio, cuál es la temperatura, la humedad. Incluso qué parte de ese consumo se está cubriendo con energía generada por placas solares. Creo que eso puede ayudar mucho a generar conciencia. Hay una preocupación creciente por la sostenibilidad en la que la universidad está muy implicada. Un ejemplo de esto es que ya está publicado en la plataforma de contratación del sector público el expediente para la contratación del suministro, colocación y explotación de una instalación solar fotovoltaica en el aparcamiento de la ESI. Esta instalación tiene una importante dimensión ambiental y también económica: contribuirá a la reducción de la huella de carbono en el campus, disminuyendo la emisión de gases de efecto invernadero, y permitirá un importante ahorro económico a la Universidad.

¿Qué ideas se están planteando para mejorar esa sostenibilidad dentro de los campus?

Por ejemplo, en el caso de Puerto Real, nuestro objetivo es reducir progresivamente el uso del vehículo particular dentro del campus. Actualmente, los peatones tienen que esquivar coches aparcados en zonas ajardinadas o aceras, y eso no es razonable. Me gustaría que avanzáramos hacia un modelo más amable, con circulaciones más organizadas y con más espacios verdes. Para eso también necesitamos que el transporte público funcione mejor y eso no es competencia exclusiva de la Universidad de Cádiz, aunque estamos barajando varias opciones para ofrecer soluciones. Nuestra línea de trabajo es la de realizar las actuaciones sólo tras un diagnóstico preciso de las necesidades. No basta con lanzar campañas puntuales; necesitamos datos concretos que nos permitan diseñar soluciones adaptadas a las necesidades reales.

Ha apuntado ya varios cambios en el campus de Puerto Real, ¿qué proyecto tienen para el entorno?

Me gustaría que el campus se expandiera más allá de sus límites actuales. Ahora, por ejemplo, la carretera separa el CASEM de las instalaciones deportivas. Mi aspiración sería que toda esa zona quedara integrada dentro del recinto universitario, de modo que el campus no estuviera tan fragmentado y ganara en identidad. Si lo quieres decir así, sería un modelo parecido a los campus americanos. También queremos replantear la distribución de espacios: reducir zonas de aparcamiento y convertirlas en áreas ajardinadas, aprovechando además la cercanía al Parque Natural para reforzar la conexión con el entorno.

¿Y cómo se traslada esa idea de continuidad y cohesión al caso del campus de Cádiz, que es muy distinto?

Cádiz es un campus urbano, con edificios dispersos, pero estratégicamente ubicados. No tiene un recinto cerrado, pero sí un recorrido natural que conecta buena parte de sus instalaciones. Desde Ciencias del Trabajo hasta el Rectorado, pasando por Filosofía y Letras, La Bomba, Medicina o incluso Valcárcel, si llegara a integrarse. Queremos reforzar esa continuidad visual y simbólica a través de una nueva señalética, sustituyendo los monolitos actuales por otros más modernos, que ayuden a identificar el entorno universitario al caminar por la ciudad.

¿Cree que a la UCA le falta un gran espacio propio para congresos y eventos científicos?

Sí, es una de las carencias que estamos detectando con claridad. Hay mucha demanda para usar espacios universitarios en congresos, y la mayoría de las veces recurrimos a edificios pensados para la docencia, como el Aula Magna de Filosofía y Letras, lo que genera incompatibilidades por la propia actividad docente. Por eso estamos valorando que en proyectos como Valcárcel pueda contemplarse la creación de un gran salón de actos o espacio congresual propio de la UCA, que no dependa del calendario académico y que sea un lugar emblemático dentro de la propia Universidad de Cádiz.

¿Qué otros espacios o servicios considera prioritarios?

Tenemos mucho interés en mejorar la relación entre espacios verdes y edificios, que haya menos cemento y más árboles. Un ejemplo es la posibilidad de integrar el Jardín Botánico con la Facultad de Medicina y el Colegio Mayor. Queremos que sea un espacio de tránsito, de descanso y también de identidad universitaria. Además, están próximas a su inicio las obras en el edificio Simón Bolívar donde están previstas salas de estudio, esparcimiento, locales de ensayo o servicios de atención a estudiantes internacionales. Aún quedan por definir parte de sus usos, pero la idea es clara: que el campus sea un lugar donde se pueda estar, no solo donde se venga a clase.

Si le pregunto por un proyecto de futuro en la UCA, ¿cuál es el primero que se le viene a la cabeza?

Me ilusiona mucho el rediseño y la mejora de los campus de Puerto Real y Jerez. Aunque no podamos ejecutarlo todo ahora, creo que debemos dejar ese plan hecho, dejar definido el modelo de campus que queremos para los próximos 30 años. Uno que responda a las necesidades reales: sostenibilidad, movilidad, confort, servicios. Me gustaría que, al menos, el equipo de gobierno actual pudiera sentar las bases de ese cambio.

¿Y qué lugar ocupan los pequeños proyectos en esa visión global?

Ocupan un lugar central. Hay obras que no salen en los medios de comunicación, pero que son esenciales. Por ejemplo, climatizar por fin el Aula Magna de Filosofía y Letras, que lleva seis años sin sistema. O sustituir la montera del edificio de Despachos y Seminarios en Jerez, una actuación muy necesaria y largamente esperada. Son intervenciones que parecen menores, pero que tienen un gran impacto en la vida universitaria. Muchas veces, el éxito no es inaugurar un edificio nuevo, sino dejar de recibir quejas porque una instalación ya funciona como debería. Y no es un proyecto menor, pero me encantaría poder ejecutar las obras relacionadas con la bodega Campuzano, un proyecto muy ilusionante.

Le confesaré que esperaba que, siendo el vicerrector de Infraestructuras, tendría usted un despacho gigante y que estaría en un lugar prominente…

(Ríe). A veces digo que este vicerrector es prescindible; todos los problemas que me plantea la comunidad universitaria se resolverían si hubiera el suficiente dinero. Me encantaría tener recursos para abordar todos los proyectos que la universidad necesita, pero la realidad es que, cuando terminamos de negociar el presupuesto en el Consejo de Dirección, siempre salgo con más peticiones de mejora y poco presupuesto para acometerlas. Por eso, además de proyectar, me dedico a preparar soluciones para cuando tengamos recursos. Tener los proyectos listos es clave. Así, conforme nos autorizan a usar remanentes, podemos actuar rápido. Mientras tanto, me esfuerzo por gestionar urgencias, explicar decisiones y, en definitiva, cuidar lo que tenemos. A este Vicerrectorado, sobre todo, llegan peticiones y quejas. Pero es positivo: si se quejan es porque saben que hay alguien que los escucha y que va a tratar de buscar soluciones.